My little world

Ayer domingo fui a la Primera Comunión de una primita en Jeraco. Aparte de la terrible coincidencia del fallecimiento del abuelo de la niña (ella no sabia nada, por supuesto) y del momento en el que descubres que los abuelos paternos de la misma son de lo peor que te pueden echar por cara, me lo estaba pasando bien en el banquete. Fue en una vieja discoteca que están habilitando para banquetes así. Buena comida, la música no muy alta e instrumental la mayor parte de los temas y muy buen servicio. Aunque todavía no entiendo porque toda la bebida, menos el vino, venia en botellas pequeñas, tanto la cerveza, los refrescos y el agua. Todo iba mas bien de lo que me esperaba, incluso mi espalda al rojo fluorescente y vivo por el sol que tomé el viernes no me molestó demasiado, solo veía las estrellas del terrible dolor al que me sometía cuando el cabello apenas me rozaba.
Llegó el momento de recibir los recuerdos del acontecimiento: los niños tenían un peluche de Winnie de Poh cogido a un recipiente lleno de plaste Lina, las mujeres un botecillo de cristal lleno de sales de baño de diferentes colores, y los hombres un puro y un botellín de wisky escocés. Todo iba normal, hasta que vi como una niña le pedía al padre que le encendiera el puro. Vale, es normal que los niños quieran imitar a los padres en todo pero, también, lo mas normal, es que los padres les nieguen a los hijos cosas tan insanas como esa...pero no, este no fue el caso. El padre de la niña, PROFESOR DE INSTITUTO, le encendió el puro de un modo insultantemente natural, y se lo dio. La niña, orgullosa y soberbia, se ponía el puro en la boca y calaba repetidas veces. Sé que no llegaba a calar suficiente humo para volver a expulsarlo pero, me jugaría una cena a que, parte del humo de ese puro se iba directamente a sus pulmones. Cuanto mas lo pienso, menos me puedo creer haber visto aquella lección de “es fácil iniciar a tu hijo a fumar”, como diría Allen Carr. Y lo peor es que, seguramente, cuando la niña tenga 14 y sea una fumadora empedernida, y se lo confiese a su padre, éste le dará una bofetada por la “ocurrencia” de la niña al haberse "enganchado" a algo tan horrible que empezó como un inocente juego cuando tenia 8 años.
Vivir para ver....